Hay heridas que no sangran, pero laten.
Heridas que no se ven, sin embargo, se sienten en el pecho, en la respiración, en ese vacío que a veces aparece sin explicación.
La herida de abandono es así… un eco antiguo que vive en el cuerpo, en la memoria emocional y, muchas veces, en la historia de quienes antes que nosotros. No es solo la ausencia de alguien.
Es la ausencia de una mirada. De un abrazo que no llegó, de una presencia que el alma esperaba.
Quien lleva esta herida en la adultez, suele estar en una búsqueda constante…
¿Me ves?, ¿Te quedas?, ¿Soy suficiente para que no te vayas?
La vida se convierte en un intento de llenar un vacío que no tiene forma, porque no viene de lo externo.
Es un movimiento interno que pide ser reconocido, mirado, sostenido.
Se puede manifestar como: miedo a perder a quienes se ama, necesidad intensa de compañía, dificultad para poner límites por temor a ser rechazado, vínculos que comienzan con intensidad y terminan con vacío, la sensación de que “algo falta”, aunque todo esté bien.
Sin embargo, nada de esto es una falla. Es la forma en que el alma pide contención.
En Constelaciones Familiares, el abandono aparece como un movimiento de amor que se quedó a medio camino.
"Un niño que extendió los brazos… y no fueron tomados. Un alma que buscó refugio… y encontró distancia"
Cuando este movimiento se detiene, la persona adulta sigue buscando en otros vínculos y dinámicas aquello que faltó de los primeros.
Sin darse cuenta, intenta completar con parejas, amigos o relaciones significativas el vacío que dejó una presencia primaria que no pudo sostener.
Sin embargo, en el fondo, sigue buscando a mamá o a papá.
En el camino de sanación desde lo sistémico, la sanación comienza cuando volvemos la mirada hacia adentro y hacia atrás.
No para culpar, sino para reconocer.
| Sanar la herida de abandono puede implicar…
Honrar lo que sucedió.
Puedes decir internamente: "fue así, y así lo recibo”.
| Ver quienes faltaron.
Darle un lugar en el corazón al padre, a la madre o a los ancestros que no pudieron estar.
| Dejar de esperar que el pasado nos sostenga.
Nadie puede regresar a a darnos lo que no pudo. Sin embargo, si podemos darnoslo a nosotros mismos.
| Volver a tomar nuestra fuerza.
Cuando dejamos de buscar afuera, la energía que se dispersaba vuelve hacia nosotros. Y comienza un nuevo tipo de presencia: la propia.
Te comparto un ejercicio.
💫 Está pensado, por si sientes o estás sintiendo un vacío, una falta de contención o una necesidad de aprobación constante.
Recomendación: Encuentra un espacio tranquilo, preferentemente sentado, con los ojos cerrados.
Volver a mi propio abrazo.
1. Prepárate… respira tres veces profundo, inhala y exhala, deja que la exhalación suavice tu pecho y tus hombros.
- Siente tu espalda… como si algo invisible te sostuviera desde atrás.
2. Visualiza a tu “YO NIÑO” Imagina frente a ti al niño que fuiste.
No importa la edad exacta: deja que aparezca por sí misma la imagen.
- Observa cómo está. ¿Tiene miedo? ¿Está triste? ¿Te mira? ¿O baja la cabeza? no intentes cambiar nada. Solo mira…
3. Ve acercándote sin prisa, da un paso hacia tu niño interior, sin obligarlo a nada. Respeta su ritmo, su emoción… su silencio. Y le dices en voz baja o en tu mente.
“No vengo a exigirte nada. Solo vengo a estar contigo”
- Siente cómo tus palabras generan un cambio interno, por pequeño que sea.
4. Permítete abrazarlo… Si tu niño lo permite, abre los brazos y tómalo suavemente. Si no quiere, está bien, tal vez basta con sentarte a su lado. A veces, la compañía es más sanadora que el contacto.
Le puedes decir…
“No merecías sentirte solo o sola. No era tu culpa. Aquí estoy. Te veo. Te cuido”.
- Siente como este abrazo o esta presencia empieza a llenar un espacio interno que quizás llevaba años cerrado.
5. Imagina ahora que ese niño se acerque a tu pecho y entra suavemente en tu corazón, como si se fundiera contigo.
- Respira… deja que esta integración se asienta en tu cuerpo.
Para cerrar, repite:
“Hoy elijo NO abandonarme” “ Yo soy mi propio hogar”
Cuando estés listo… abre los ojos lentamente.
🙏 Gracias por permitir leer hasta aquí, por abrir un espacio en tu corazón para mirar partes tuyas que quizás estaban en silencio.
La herida de abandono no te define, solo te recuerda la profundidad de tu sensibilidad y tu capacidad de amar.
Que este blog sea una compañía suave, ligera en tu camino y que cada ejercicio te acerque un poco más a tu propia presencia, a tu raíz, a tu propio abrazo.
Con amor, respeto y gratitud…